Como el casco histórico es tan grande hay sitio para todos, muchos estaban sentados en las terrazas de las decenas y decenas de bares y bistros, otro se arremolinaban en torno a distintas actuaciones callejeras, mercadillos, vendedores ambulantes… la pura esencia comerciante de lo que siempre fue Sarlat y que hizo que se convirtiera en lo que hoy es. Y es que, en realidad, hace unos cuantos siglos la estampa no debía ser muy diferente. La actividad comercial de Sarlat La Caneda era inigualable en muchas millas alrededor y esto hizo que creciese como la espuma, al crecer la ciudad también se enriquecían los comerciantes y estos para demostrar su poder adquirían viviendas y las reformaban convirtiéndolas en auténticos palacetes góticos y renacentistas.