Este crucero formaba parte de la escuadra del almirante Cervera hundida en
Santiago de Cuba por una escuadra americana muy superior en número y potencia de fuego. Herido de muerte se le acercó a la orilla para que los tripulantes pudieran alcanzar la orilla a nado. Después de más de 100 años su cañón puede verse desde la orilla como testigo mudo de la tragedia.