Tejados de pizarra, Béziers

Naturalmente, ante semejantes sacrilegios, la iglesia católica se vio “obligada” a intervenir. Era la época en que empezaron las cruzadas. Resumiendo, las cruzadas eran guerras contra todo aquello que a la iglesia católica no le gustaba. Las más famosas, contra los musulmanes. Aunque también contra judíos, cristianos ortodoxos, mongoles, prusianos, husitas, valdenses y por supuesto, contra los cátaros. El principio del fin de los cátaros empieza en 1208, cuando es asesinado Pedro de Castelnau, monje de la Abadía de Fontfroide y legado papal en Languedoc. De su muerte es acusado Raimundo VI, conde de Tolosa, “reconocido hereje” al cual Castelnau había excomulgado el año anterior. El papa Inocencio III aprovecha la ocasión para proclamar una cruzada contra los cátaros. Promete a los participantes la absolución de los pecados y promesa del paraíso para los muertos en combate. Y por supuesto, algo más… material. Las tierras “limpias” de herejes pasarían a ser posesión del cruzado que las hubiera conquistado.
(Abril de 2009)