Por donde mirases casas medievales, Conques

pudiera reportar tanta riqueza a un lugar. A Conques tener a Santa Fe le otorgó algo más precioso que el dinero. Le regaló la inmortalidad, recibir la admiración medida en suspiros y no pocos latidos robados que se escuchan cada día en el suelo empedrado que tanto se empeña en resbalar en los días de lluvia. Las casonas, con las venas de madera a la vista en las fachadas, han sido testigos del paso de cientos de miles de personas, puede que millones, a lo largo de los siglos. Hoy se vertebran a ambos lados de la Rue Henri Paraye y de las cuestas que parten de Rue du chamaine Bénazech donde se encuentra la Oficina de turismo.
(6 de Julio de 2006)