Seguimos admirando las pinturas románicas en el techo, Vals

Y ante la emoción que deslumbra, las bóvedas de esta parte del edificio dejan aparecer maravillosos frescos románicos. Evocando la parusía y las escenas de la infancia de Cristo, estos frescos tienen el rigor y los colores de este período. Aquí, sin efecto de perspectiva, no hay gran investigación estética: la imagen debe educar y no encantar. San Miguel, San Mateo, Rafael y Gabriel rodean a Cristo en majestad y mantienen el sitio. Pero más allá de los colores, Vestimenta y posturas de los distintos personajes, destaca un detalle: los ojos. Fijos, inmensos, pesan sobre el visitante, y los ojos de los santos nunca parecen dejar ir a los que entran en estos lugares...
(6 de Abril de 2009)