Capilla en el interior de la catedral Notre-Dame, Avignon

Y los reyes y emperadores, en sus disputas con el papa utilizaron con frecuencia la amenaza del concilio. La novedad de Constanza fue que no se trataba ni de una hipótesis ni de un enfrentamiento político, sino de un problema acuciante. De ahí la extraordinaria acogida de la solución conciliarista, que se desarrolló después con el Decreto Frequens (1417) que establecía reuniones periódicas y automáticas de concilio ecuménicos. Una vez establecida la estructura conciliarista de la Iglesia, el Concilio eligió a Martín V (1417-31), con el que terminó el cisma al ser reconocido como papa por toda la cristiandad. El Concilio de Constanza había conseguido acabar con el Cisma, pero los decretos conciliaristas despertaron recelos y no fueron confirmados por el nuevo Papa. El inevitable enfrentamiento se produjo durante el pontificado de Eugenio IV (1431-47) en el Concilio de Basilea (1431-37).
(8 de Abril de 2009)