Así, me cuenta que, hace unos quinientos años, a principios del siglo XVI, un gran número de campesinos (entre ellos, los antepasados de Peppe) llegaron a esa zona del corazón de la región de
Apulia, en el tacón de la bota italiana, para ofrecer su trabajo a los Acquaviva, condes de Conversano. Aquellas tierras eran muy fértiles y las cosechas abundantes. Los condes accedieron al trato, pero con la condición de que aquellas gentes construyeran sus casas tan solo con piedra seca, sin poder hacer uso del cemento.