Casas a orilla del río, Tavira

En Lagos todo parece invitar a la playa y a los placeres sencillos. Pero también hay una historia de navegantes y piratas, resultado de una complicidad con el mar que perdura en los vistosos pesqueros que traen el pescado a la lonja o en el puerto deportivo en el que se mecen yates de todo el mundo. Esta conexión con el mar vivió su punto culminante en los siglos XV y XVI, ya que el Infante Don Henrique armó en Lagos las carabelas que alcanzaron la costa de África, hecho que marcó el comienzo de la epopeya de los Descubrimientos portugueses. También desde Lagos partió Gil Eanes, el navegante que demostró que el mundo no se acababa en el cabo Bojador y que el mar no estaba poblado por monstruos. Lleva su nombre la plaza en la que una polémica estatua de João Cutileiro evoca al rey Don Sebastián, que convirtió Lagos en la capital del Algarve, privilegio que conservó hasta 1755. Desde aquí también salió este rey hacia la batalla de Alcazarquivir, de la que nunca regresó, lo que supuso que Portugal perdiese su independencia a favor de España, la cual solo recuperaría en 1640. El pueblo siempre esperó su regreso una mañana de niebla, un sentimiento de esperanza por un salvador que quedó grabado en el alma portuguesa y que recibió el nombre de "sebastianismo".
(22 de Abril de 2019)