En su conquista de la península ibérica, los romanos llegaron a este río y, de repente, se pararon y se quedaron paralizados frente al mismo. ¿Por qué? Porque al ver este río todos suponían que estaban frente al «río del olvido» (el río Lethes), cuya leyenda decía que la persona que lo cruzase, hechizada por su belleza, olvidaría todo sobre su vida anterior: su patria, su familia, su propio nombre.