Venusina, Venusina. En alguna parte me dice mi memoria haber leido algo, en cualquier caso, a tu: NOCHE BUENA, responderé con mas o menos acierto, a tu poema. Lo llamaré
BELENES
Esas voces: esas voces
que me crecen desangradas.
que se asoman y no esconden
sus versos hechos palabra.
Esa hilera de belenes
duelen porque calle helada:
porque la voz desasistida
-voces nunca apagadas-
y si a veces muy sentidas.
Y porque mesas doradas
y porque otras muchas frías...
Me están lloviendo los ojos
de mi pluma y con ternura
plasma mil chorros de llanto
sobre la blanca cuartilla.
Y porque un viento helado
se cierne en la Tierra fría.
Porque en las calles de todos
y en las calles del aire
vientos conducen al dolo...
-! ah mansiones señoriales!
¿Acaso no veis el polvo
que vertís en mis rosales...
nublan sin piedad mil ojos
en otras tantas calles?-
os pobres huele a pobre
y a lechos, lechos de paja
o a lechos de cartones...
Cierto, pero son hombres
coteando desde sus gargantas
de su voz ancha muy grande
llamando a la esperanza.
Ciertos que matáis rabeles
desde vuestras torres altas
y os mofáis de violines
porque sus notas amargas.
¿Donde están los belenes:
gritan sonoras gargantas
porque mil siglos de hambre
y por que la carreta avanza,
vieja, en chirridos atroces
por cartones y lechos de paja
Y porque gritos de nieve...
y noches sin madrugada.
libertad.
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