Cabañas del Tala, Huerta Grande

Entre las atracciones de La Falda y la irregular geografía de Villa Giardino se extiende una Huerta Grande, verde, fértil, saludable y tranquila. Allí, en los faldeos de las Sierras Chicas, en pleno Valle de Punilla, esta ciudad que prefiere conservar por siempre su apariencia de aldea serrana, cautiva multitud de turistas.
Molles, talas, piquillines y algarrobos brotan en los suelos ondulados de Huerta Grande, un paraje cordobés capaz de provocar sensaciones encontradas en un ambiente sonorizado por el correr de los cursos de agua y aromatizado por las plantaciones de peperina.

El nombre del lugar deriva de la fertilidad de sus tierras, muy ricas en humus, elemento que favoreció el desarrollo de numerosas huertas y con ellas el de una ciudad habitada mucho antes que otros parajes del valle. Sin embargo Huerta Grande no quiere olvidar su esencia de aldea, y se empeña en ofrecer todo cuanto ofrece una ciudad, pero con la tranquilidad típica de las sierras.

El Balneario Municipal con sus tres embalses y la flora autóctona que lo bordea; las casas centenarias tentando al deleite con exquisiteces artesanales; las calles angostas que suben, bajan y se tuercen conduciendo a la aventura; la reserva natural Naguán- Tica que combina curiosidades arqueológicas con quebradas, cuevas y vertientes; y atractivos como el Camino del Dragón y Piedras Grandes, componen la propuesta turística de este rincón de Punilla.
Historia de Huerta Grande
Antigua morada de los indios comechingones, este territorio ubicado en el centro del Valle de Punilla, fue uno de los primeros lugares de la región habitados por el hombre hace más de 8.000 años.

Su historia colonial comienza poco después de la conquista española, el 12 de mayo de 1578, cuando el gobernador Abreu de Figueroa cede a Francisco Pérez de Oregón la merced La Punilla. Esta propiedad se iría fraccionando a lo largo de los años, y en 1789 Cronelio Caldevila accedería a una de las parcelas, denominada Ojos de Agua.

Los cultivos de dichas tierras comenzarían a abastecer a una amplia zona, incluyendo el Mercado de Abasto de Córdoba, por lo que el lugar pasó a llamarse Huerta Grande. Hacia fines del siglo XIX, la localidad era junto con Cosquín, uno de los pocos lugares habitados entre Córdoba y Capilla del Monte.