Fuente en la cueva de la Abadía, Brantôme

Lo primero con lo que nos encontramos es con un patio lleno de flores y en el que quedan unos pocos restos de los espacios conventuales y a mano derecha nos adentramos en la abadía troglodítica. Al metemos en las cuevas vamos transitando por diversos espacios donde se desarrollaba la vida monástica de la abadía. Los monjes usaban ese lugar ya naturalmente predispuesto para el abrigo como espacio monacal en el que se encontraba el molino abacial y el ya mencionado palomar. El espacio nos parece de lo más curioso, y es que conocíamos alguna construcción religiosa troglodítica. pero jamás habíamos visto algo de un tamaño tan considerable.
(4 de Julio de 2006)