De allí nacen numerosos castillos, mansiones y sus torres de pimenteros, que adornan el pueblo y contribuyen a la riqueza arquitectónica de Collonges. En 1880, la filoxera destruye la vid, que tuvo un período de gloria en Collonges del siglo XII al XIX. Su vino blanco fue reconocido con uvas de calidad: moscatel, bacot, gamay, herbemont. Con la vid desaparece la profesión de viticultor. En el siglo XIX, la ciudad cayó en un letargo y las casas comenzaron a deteriorarse. En el siglo XX, el éxodo rural provocó la pérdida de gran parte de la población.