Vidrieras y hornacinas en el santuario, Rocamadour

Este pequeño pueblo francés se las ingenia para reunir en una única calle que asciende en paralelo al barranco casas con mucho encanto, bonitas tiendas de artesanía y delicatessen, restaurantes, además de dos puertas fortificadas que dan acceso al entramado urbano y viejos torreones defensivos. Para descansar de la empinada subida hay pequeñas plazas tan deliciosas como la de las Capillas. Eso sí, también se puede salvar el gran desnivel subiendo en los ascensores que alcanzan los diferentes niveles, si se prefiere reservar fuerzas para más adelante.
(3 de Julio de 2006)