lateral del claustro de la Basílica Menor de San Trófimo, Arles

En los inicios de este proceso las figuras ofrecían un rudo tratamiento dominado por un esquematismo simplista y un fuerte sentido geométrico, con anatomías toscas y desproporcionadas y las vestiduras pegadas al cuerpo, siempre ajenas a la búsqueda de un mínimo naturalismo. A lo largo del siglo XII se aprecia una evolución hacia formas más libres, sin perder su carácter esquemático, en el que las vestiduras se van despegando de los cuerpos para adquirir un marcado relieve en el que los escultores más avezados incorporan una gran profusión de pliegues menudos y repetitivos en un intento de emular la realidad, así como unas anatomías potentes, generalmente repetitivas y de canon poco esbelto, que destacan de los fondos para producir un fuerte contraste de luces y sombras.
(7 de Abril de 2009)