Ruinas, Tarascon

Con un año de antelación le comunicó Jesús a Marta la fecha en que había de morir. Todo aquel año estuvo aquejada de fiebres. Unos días antes de su muerte, les dijo a los asistentes que partiría muy pronto y les pidió que mantuvieran encendidas las lámparas que ardían en la habitación hasta el momento final. Hacia la media noche, anterior al día de su muerte, se desató un vendaval que apagó todas las lámparas. En aquel instante la habitación se llenó de demonios. Marta comenzó a orar: “Mi querido huésped, Jesucristo, no te alejes de mí, protégeme y defiéndeme de estos demonios”. Nada más decir esto, cuando vio a su hermana María Magdalena que ya había muerto, quien con una antorcha encendida volvía a iluminar la habitación. Y a continuación apareció Cristo que le dijo: “Ven querida hospedera, ven conmigo. En adelante estarás ya siempre a mi lado. Tú me diste alojamiento en tu casa, yo te daré alojamiento en el cielo. Y por el amor que te tengo atenderé a cuantos recurran a mí pidiendo algo en tu nombre”.
(9 de Abril de 2009)