Templo, Roma

El Templo abierto y secreto, estaba concebido como un cuadrante solar. Las horas giraban en el centro del pavimento cuidadosamente pulido por artesanos griegos: el disco del día reposaba allí como un escudo de oro: la lluvia depositaria un charco puro: la plegaria escaparía como una humareda hacia ese vacío donde situamos a los dioses. La fiesta fue para mí una se esas horas a las que todo converge. De pie en el fondo de aquel pozo de claridad tenía a mí lado a los integrantes de mi principado, los materiales que componían mi destino como hombre maduro. Marguerite Youcrenar en las Memorias de Adriano, página número 140, año 1955
(19 de Agosto de 2017)