Detalle en la Colegiata Real de Santa Marta, Tarascon

Pero según la tradición occidental, Marta, María y Lázaro, junto a Maximino, fueron embarcados por los judíos en una nave sin timón y sin viandas esperando que murieran, pero, guiándolos Dios, llegaron al sur de la actual Francia; unos dicen que desembarcaron en Saintes-Maries-de-la-Mer y otros en Marsella. La cuestión es que llegaron a la Provenza y se dedicaron a predicar.
Cuenta la leyenda que en aquel tiempo había en el río Ródano, entre Arlés y Aviñón, un fuerte dragón que era mitad bestia mitad pez, que se escondía en el río matando personas y hundiendo embarcaciones. Vino por el mar de Galicia y de Asia. Lo engendró Leviatán, que es serpiente que se cría en el agua muy cruel, y otra bestia fiera que se cría en tierra de Galicia, que echa su estiércol contra los encantadores como dardo y quema lo que halla con su fuego. Este dragón del Ródano era llamado Tarasca. Santa Marta, que estaba por allí, le rogó el pueblo, por la santidad que le veían, que fuese a él. Lo halló en el monte comiéndose a un hombre y entonces le echó agua bendita y le mostró una cruz, y lo aprisionó la gracia de Dios, manso como una oveja. Cuando santa Marta se dio cuenta de esto, se llegó a él y le echó una cinta al cuello, y teniéndole preso los del pueblo lo mataron a lanzadas y pedradas. La gente de la tierra, por el nombre del dragón, que era Tarasca o Tarascón, llamaron ese lugar con el mismo nombre.
(9 de Abril de 2009)