Capitel con figuras vegetales y greca de animales en el claustro de la Abadía de Saint Pierre, Moissac

Una pareja de éclaireurs decidieron entregarse a la causa dirigiendo la casa. Eran Shatta Simon, una joven de Transilvania, y su marido Edouard Simon, conocido como “Bouli”. Ella combativa, carismática; él procedente de una familia acomodada de judíos, conocedor los códigos para negociar con la administración. Una pareja que lucha contra el horror. Así llegan 500 niños judíos a la ciudad de Moissac, un tercio franceses y dos tercios extranjeros, procedentes de Austria, Polonia y Alemania, que son acogidos por Shatta y Bouli. Estos niños eran hijos de personas detenidas y llevadas a los campos de exterminio, por lo que la mayoría eran huérfanos. La casa de los niños de Moissac (“Maison d’enfants de Moissac”) es una casa de ladrillos rosas, de ventanas grandes en la que la joven pareja creó un ambiente cálido, alegre, aunque también un marco disciplinado basado en la “ley scout” y en el judaísmo. Shatta les dice a los niños que tienen que hablar francés, aunque a muchos les cueste, ya que son extranjeros. La práctica de la lengua francesa era un imperativo para ofrecerles una perspectiva de futuro, pero sobre todo para protegerlos contra lo peor: las temidas redadas (“rafles”) y los controles de los nazis.
(8 de Julio de 2006)