El arte Románico dejó diseminado por distintas regiones francesas un impresionante legado escultórico cuyo variadísimo repertorio siempre aparece supeditado a los elementos arquitectónicos de los majestuosos edificios. El fenómeno de creación escultórica en
Francia, fiel reflejo de la "Iglesia dominante", representa un proceso de creación que se integra en la esencia de la cultura medieval creando un universo original y peculiar que se convierte en uno de sus mejores exponentes, siempre alentado por la religión concebida como un misterio y la idea de Dios como un ser omnipotente y omnipresente, explicado como la única esperanza para no sucumbir en un mundo incierto y oscuro.