Detalle en el claustro de la Basílica Menor de San Trófimo, Arles

El genio holandés llegó a Arlès casi de casualidad. Dicen que su objetivo era Marsella, la capital de su admirado Monticelli, pero una nevada impidió al tren seguir. Descendió aquí y se enamoró del lugar, de su gente y sobre todo de su luz, fuerte y luminosa como un fogonazo en la cara. Van Gogh se instala en el número 2 de la place Lamartine que se convertirá en la famosa ‘casa amarilla’ en la que pretendía crear una asociación de amigos artistas similar a la que había en Holanda.
(7 de Abril de 2009)