Vista de capiteles del claustro de la Basílica Menor de San Trófimo, Arles

El repertorio escultórico románico persigue la belleza espiritual, no la corporal, incidiendo en la idea del pecado y de la salvación, motivo por el que se prescinde de la representación del cuerpo desnudo y de todo lo que pueda resultar sensitivo o sensual, pues el cuerpo es concebido como prisión del alma que, a través de la práctica de la virtud, puede alcanzar la vida eterna. Para ello se recurre a la representación de aquellos pasajes bíblicos y evangélicos de los que emanan enseñanzas moralizantes, en ocasiones entremezclados con personajes mitológicos que simbolizan los mismos valores —Sansón y Hércules— y acompañados de todo un repertorio de figuras humanas y animales reales o fantásticos con los que se simbolizan determinados vicios o pecados que se han de combatir, como la avaricia, la lujuria, la pereza, la envidia, etc., o mostrando directamente el castigo de los pecadores.
(7 de Abril de 2009)